Hablemos
de la violación.
Sí,
hablemos un poquito de la violación.
Hablemos
de mujeres que aparecen muertas en bolsas de consorcio
Hablemos
de mujeres que desaparecen de sus casas escuelas calles y aparecen en complejos
entramados de prostitución impuesta
hablemos
del miedo a caminar solas de noche
hablemos
de que no nos importa la plata ni la cartera ni el celular
¿Cuántas
de ustedes fueron violadas o alguien intentó violarlas?
Ahora
Hablemos de un día común en la vida de una mujer cualquiera
Hablemos
de salir a la calle y mirar para abajo
hablemos
de convivir con los gritos o susurros del asqueroso deseo
hablemos
de ser tocadas sin haberlo elegido
hablemos
del subte, el tren, el bondi
de
no saber qué cuerpo se apoya en nuestro cuerpo
de
no poder relajar la tensión corporal por miedo a que atrás haya una pija parada
¿Cuántas
de ustedes recibieron comentarios obscenos, o elegantes piropos? ¿Cuántas de
ustedes fueron tocadas sin querer ser tocadas?
Ahora
Hablemos también de la mirada que solo apunta a las tetas, del novio que piensa
que desnudez es sinónimo a sexo, de que
coger sin ganas sea más fácil que decir que no, de que la erección determine
inicio y la eyaculación fin, de que tu mamá quiera que tengas hijos, de que en
el otro lado del mundo hay mujeres que están usando armas para dejar de usar
velos, de que todavía hay miles y millones de mujeres que no encuentran sentido
a su vida si no es con otro, para otro, desde otro.
Hablemos
de mirarse al espejo.
Hablemos
de que menstruar nos dé incomodidad, dolor y hasta vergüenza.
Hablemos de mirarse al espejo.
Hablemos
de echarle la culpa de nuestro mal humor al ciclo, de nuestro llanto al ciclo,
de nuestra irritabilidad al ciclo, de nuestra estupidez al ciclo.
Hablemos
de mirarse al espejo.
Hablemos
de hacer amigas.
Hablemos
de mirarse al espejo
Hablemos
de la violación
Sí,
hablemos un poquito de la violación.
Aprendemos
a convivir con ser miradas, deseadas en voz alta y muchas veces tocadas. Pero
el terror a que nos violen es el que nos hace apurar el paso, no escuchar
música en la calle, tener el celular en la mano y saber siempre cuál es la
mejor vía de escape.
Nuestro
territorio ha sido vulnerado hace largo tiempo. La casa ya no es segura. El
cuerpo ya no es sagrado. Pusimos nuestra última frontera en la violación, pero
todo lo demás ya fue tomado.
Tenemos
que aprender a cuidarnos en la calle, sí, pero más terrible aún, tenemos que
aprender a sobrevivir en el trabajo, en el almacén, en el supermercado y
muchas, muchísimas, las más de las veces, en nuestras propias casas y en
nuestras propias mentes.
Podemos
llevar gas pimienta en la cartera, podemos entrenar nuestro cuerpo para el
combate, rodear nuestras casas con alambres de púa, tener perros con dientes y
alarmas caras.
Pero
el enemigo está adentro.
¿Cuál
es nuestra patria? ¿Qué bandera estamos defendiendo?
¿Es
el nombre MUJER? ¿Es nuestro cuerpo vulnerable? ¿Es nuestra mente dominada? ¿Son
nuestros deseos e ilusiones moldeadas desde hace siglos?
¿O
es la libertad de dejar de vivir en guerra?
¿Queremos
seguir defendiéndonos para siempre? ¿De quién nos estamos defendiendo? ¿Queremos
identificar al enemigo? ¿Queremos entrenar para bloquearlo?
¿O
el mismo enemigo es nuestro amante, nuestro hermano, nuestro padre y amigo, el
mismo enemigo somos, también, nosotras?