Es mucho más fácil
lidiar con la muerte de una persona que lidiar con los vínculos
enfermos que nos quedan -
Cuando estoy lidiando
con mi duelo, estoy sola. Sola con lo que me pasa por haberme quedado
jugando sola a un juego de a dos. Un juego del que yo no decidí
salir, sino del que simplemente me abandonaron un día, con aviso,
sin aviso, no importa.
Las cartas, fichas,
dados, o lo que sea que usábamos para jugar, están todas
desparramadas por ahí.
Y ni a palos pretende
esto ser un artículo barato de autoayuda, una columna en la revista
de la nación. Pero es difícil de pronto hablar de la muerte como se
habla de cualquier otra cosa. Es difícil no caer en la
seudoreflexión, que pretende ser más seria que cualquier otra
reflexión de fumada en la cama con ganas de hablar en voz alta (que
en estos tiempos, en mis estos tiempos, vendría a ser tipear en la
compu)
Pero, volviendo al
tema. Cuando alguien se muere, al menos en esa soledad obligada que
nos queda tenemos también la total autonomía y decisión de qué
carajo hacr con ese vínculo.
El otro se fue a
Sevilla, chau, lola, ya no puede opinar sobre esto. Que se joda por
morirse, no? Y yo hago lo que quiero
o bue, lo que puedo
pero solo tengo que
bancarme mis propios sentimientos y nada más.
Ahora... con los que
quedan acá, luchando con su propia mierda, su propia soledad
obligada a vincularse con ese agujero en el medio que nos grita que
todo esto es cualquiera y que ya no se puede...
Cómo ver al otro
cuando estoy atrapada en mi soledad de metro cuadrado, olorosa,
sucia, fría, incómoda, sin aire ni luz y llena de cosas para
ordenar. Si ni me encuentro a mí misma acá entre todo este
quilombo.
Que la vida sigue? Pero
dejenme de hinchar los huevos que no tengo.
Que siga, que siga
nomás, yo me quedo acá un par de meses viendo si encuentro mi pie,
mi cepillo de dientes,
mi brazo derecho.
Hay que salir, hace
lindo día So, Hay que ir a trabajar, hay que aferrarse a algo del
mundo vivo para salir adelnte. Hay que contar lo que pasa, hay que
expresar las emociones, hay que ir a terapia, hay que hablar, hay que
llorar, hay que sonreír, hay que tener esperanza, hay que hay que
hay que hay que.
Ay, qué egoísta sos
al final. Te encerrás en tu duelo, te vas lejos de todo, no nos
contás, no pensás en nosotros.?
Uh, disculpen, es que
justo cuando estaba por salir me di cuenta de que me estaba dejando
en casa el tobillo izquierdo y el pedazo de piel que tapa la nuca, re
colgada, jaja. Y bueno, tuve que volver a buscarlos porque ni tiraba
salir así.
Pausa
Me acabo de dar cuenta
de que todo esto se me ocurrió después de ver el último capítulo
de the walking dead. Terminó el capítulo. Me acosté. Puse música.
Una canción de Pescado Rabioso me hizo acordar a una amiga. Una
amiga que desde que se murió un amigo en común no volvió nunca a
ser mi amiga como antes. Me dio tristeza. Me di cuenta de que nunca
pensé esa muerte como una muerte. Estaba muy ocupada con la otra, la
física, la que incluía velorio, cadáver...
Y lloré, sí. Lloré y
me dolía como duele la muerte de alguien, justo así. Porque yo
conozco como duele eso en mi cuerpo, en mi corazón o lo que sea que
sea que duele.
No fue terrible, ni
horrible.
Fue triste.
Mi amistad con ella se
murió casi junto con nuestro amigo. Que en realidad no era mi amigo.
Era su amigo y mi novio, y vivíamos todos juntos, y...
La muerte de él ya no
duele tanto.
La muerte de la amistad
recién ahora empieza a doler, ahora que tiene lugar.
Quise escribir sobre
eso, y terminé hablando de muertos vivos, claro.
El cerebro es
increíble.
No comments:
Post a Comment